jueves, diciembre 18, 2008

Seguire mirando al cielo


Para empezar, citare la frase de una canción: “son tantos los olores que duele respirar”, a partir de eso, empezare por criticar, las dosis de intensas emociones vividas durante los últimos tres años de mi existir, eché un vistazo al pasado y vi como fui perdiendo la capacidad de crítica de objetividad, de imaginación y sobretodo de felicidad que brotaba por mis poros… Al leer el pasado, noté que muchas cosas que predicaba con orgullo, las deje de lado y empecé a vivir en la misma mediocridad que tanta repulsión me da; podríamos decir que me doy asco al punto de persona que he llegado a ser, pero no, me siento suficientemente asumido para autoevaluarme y diagnosticarme un enfermedad que afecta al común del chileno promedio y en general a la personas, “perdida de las ganas de crear, imaginar, idear, aprender”, en general, las ganas de saber el por qué del por qué de la situación respectiva a los infinitos casos de conocimiento de lo desconocido.Ahora, son tantos los olores, que efectivamente duele el respirar, a que me refiero con esto… son tantas las situaciones, momentos, historias vividas, que me han terminado por re domesticar. Hubiese preferido adaptarme, que es distinto a cambiar por completo el microchip del ser “como debes ser”, o el “como fuiste” o el “como eras”, por el del “como que terminaste siendo”. A pesar de todo, aun no sé si he cambiando por completo, si sé que me di cuenta más tarde que temprano que mi vida estaba tomando un rumbo equivocado. Es que el pasado me entrego diversas alternativas, múltiples caminos a elegir y que con sabiduría debí recorrer. Tantos caminos, tantas elecciones que hoy se mezclan con muchos olores que traen dolores sobre lo que fue un pasado que en su momento fue esplendoroso, que me llevo sin saberlo al abismo insondable de la nada.Podría a ver elegido diferente, pero ya no lo hice. Saco conclusiones a ciegas puesto que no sabré nunca si las cosas pudieron ser diferente o haber tomado un rumbo distinto. Solo sé que, el presente no lo visualice jamás, cegado por una falsa tranquilidad que me esmere en conservar hasta el final. Falsa digo, porque estaba causando estragos mentales lo que conllevo a tirar aletazos a la nada con el afán de buscar algún lugar donde poder tocar tierra y sentir que podía avanzar con confianza, fue entonces cuando llegue a terreno solido, toque el fondo y ya era hora de salir, solo que… había que empezar asumir la realidad. Una tormenta de alambres de púas, me amarró y me hizo mirar lo que fue, lo que paso, y en lo que concluyo todo, un final desastroso. Lo único malo fue haber optado por la soledad del camino oscuro, en donde no ves nada y omites todo los factores que puedan alterar tú alrededor, vivir sin motivos, sin motivación, indiferente, en fin… solo. Salvo por esa espina clavaba que jamás saldrá, esa herida que jamás dejará de sangrar porque dañó sin querer algo más que el orgullo,… el ego, y la seguridad… Ser desechado, cambiado de un día para otro como quien cambia de lápiz. Esa espina única compañera en soledad que me recordaba lo inútil y poca cosa que se puede sentir alguien. Que te ignoren y que te hagan sentir nada.Más olores que respirar, tomarle el peso a la realidad, que no estaba para nada de bien. No había mayores problemas ni situaciones que arreglar, y todo el tiempo del mundo para hacer y deshacer cosas, crear, imaginar, soñar, aprender, conocer; en fin… tiempo tirado a la basura, porque no fue aprovechado en su debido momento, y uno termina por arrepentirse. De lo que si aprendí de cierta persona, es que uno no debe arrepentirse de nada, uno sabe bien porque está haciendo así las cosas, es porque esperas algo a futuro. Pero las cosas cambian cuando eliges un camino a oscuras, no vez nada más que ese sueño utópico por delante, que es lo único que te impulsa a seguir. Sesgada la razón, solo queda por delante enderezar la conciencia, lamentarse del ayer, arrepenterirse de haber actuado indiferente ante algo que estaba marcando el camino a la perdición. Pero ese camino tiene un final, para algunos más largo y complicado que para otros. El final, lo marca tocar el fondo de aquel acantilado y el inicio es dado por darse cuenta de lo “mal enfocado” que estas al optar seguir por aquel camino donde se hace caso omiso a los hechos que se debió enfrentar con coraje y madures. Eso es levantarse y mirar al cielo, y sentir las ganas de volver a él, y tomar caminos diferentes para alcanzarlo; pero esta vez, con la precaución de no quedar inconsciente en el camino. Aunque, no concuerdo con eso de la precaución al caminar, siempre va llegar el momento en que abra que arriesgar para ganar, y hay que tener el valor de enfrentar y reponerse en caso de fallar, y no omitir estos traspiés del camino, que fue justamente lo que hice, y me llevo a pensar que todo está bien, cuando todo estaba podrido y no lo quise ver. Y volvemos al principio, tantos olores que se respiran, que de verdad duele mirar todo el pasado desde acá abajo, pero aquí estoy, respirando y analizando uno a uno los momentos que causaron la negación de la realidad. Aquí estoy, decidido a volver y tomar esa senda perdida, y como dice la susodicha canción, “yo seguiré mirando al cielo”, a ver si encuentro el camino que dejé, o bien, quizás me construya algo mejor. Que es lo más probable.